A veces siento que tengo todo controlado. Cuando termino de  preparar un juicio me gusta escribir la instructa, la nota de pruebas y el guion. Últimamente el guion lo hago a mano, es una forma de no distraerme de los puntos en que quiero basarme.

Me gusta llenarlo de colorines, es como si volviera a mis tiempos de estudiante, en el que todo eran marcadores fluorescentes, post-it de distintos tamaños e incluso chuletillas grapadas al libro.

Me gusta porque me recuerda el momento de ir a un examen con todo perfectamente estudiado, es una sensación que engancha. Es la mezcla entre incertidumbre, nervios y el tener todo controlado deseosa de demostrar el trabajo. Y si el trabajo no sale como lo teníamos previsto siempre habrá algún punto que repasar. Siempre hay que aprender.

Con el guion a mano, o mejor dicho en la cabeza, subo a mi colegio para recoger la toga y después recorro el pasillo estrecho y largo hasta la sala. A veces no me cruzo con nadie y voy oyendo mis pasos en la madera, en ocasiones llevo la toga puesta y voy como desfilando mientras repaso argumentos, es un momento de concentración máxima que me gusta muchísimo.

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