En un divorcio, ¿mejor abogada si eres mujer y abogado si eres hombre?

El derecho de familia es una especialidad que requiere una alta capacitación técnica; es decir, hay que dominar la legislación aplicable, las leyes procedimentales que conducen cada tipo de juicio, y muchas veces también hay que conocer en profundidad otras materias que, siquiera sea de modo tangencial, van a resultar de aplicación; y de este modo, cuando uno de los progenitores tiene un negocio, es conveniente conocer la normativa que lo rige, o cuando nos encontramos con una relación laboral especial, también será necesario conocerla si su interpretación es decisiva a la hora de solicitar una serie de medidas que afecten a los hijos, como pudiera ser el importe de las pensiones, o los horarios laborales a la hora de fijar un tipo de custodia, etc., etc. Es decir: lo primero para elegir una buena abogada o un buen abogado que nos defienda en un caso de divorcio será que tenga una adecuada preparación técnica.

Qué duda cabe que, en el ejercicio de la defensa de sus clientes, las abogadas y los abogados utilizamos muchas herramientas personales; así, quien tenga hijos en edad escolar, estará familiarizado con los horarios, costumbres, vacaciones, etc., de manera que podrá solicitar y defender con mayor soltura y solvencia todo lo que tenga que ver con ese ámbito. En el derecho de familia, el profesional que esté acostumbrado a este tipo de procedimientos, de divorcio, separación de parejas de hecho, modificación de medidas o liquidación de gananciales, tendrá también ventaja sobre el que no lo esté. De manera que, ya tendremos una segunda cuestión importante a la hora de elegir un profesional que se encargue de la defensa de quien deba divorciarse o enfrentarse a una ruptura de pareja de hecho: es recomendable elegir a quien tenga experiencia en el ámbito del derecho de familia.

En muchas ocasiones, la dinámica familiar anterior a la ruptura tiene importancia a la hora de determinar qué medidas van a regir tras el divorcio; de manera que, necesitaremos un abogado o abogada que sepa percibir los matices importantes de ese ambiente, para trasladarlos oportunamente, bien al juzgado, si nos encontramos ante un procedimiento sin acuerdo, bien a la otra parte con quien se esté negociando, para que se tengan en cuenta en el convenio regulador. Así, ya tendremos la tercera característica importante que habrá de reunir el abogado o la abogada que dirija un proceso de divorcio, que no será otra que la capacidad de comunicación.

En definitiva, lo verdaderamente importante para defender adecuadamente los intereses que se debaten en un divorcio, o en una ruptura de pareja de hecho, es que la abogada o el abogado que se encargue de ello cuente con una sólida preparación técnica, experiencia en la materia y habilidad para captar y comunicar las necesidades de los clientes.